De los 20 equipos que conforman la Premier League, solo cuatro son dirigidos por entrenadores ingleses. Entre tanto técnico extranjero, cabe examinar el trabajo de los entrenadores oriundos de Inglaterra, preguntarse acerca de sus estilos y pensar con respecto al motivo por el cual ser un entrenador inglés en la Premier League es cada vez más una anomalía. En consecuencia, hoy analizaremos a Sean Dyche, bandera del fútbol inglés de siempre y ahora técnico de uno de los más ilustres y longevos equipos de toda la ínsula, el Everton Football Club
En el condado inglés de Merseyside hay un caballero de los de sangre azul que responde al nombre de Everton. Bordado en el pecho, luce con orgullo su escudo, en el cual se alcanza a leer su lema: Nil satis nisi optimum (solo lo mejor es lo suficientemente bueno). En efecto, es caballero de los de lanza y astillero y adarga antigua, pero su rocín es grande y voluminoso y es, desde 1954, que trota por la primera división del país de forma ininterrumpida. Solo el Arsenal lleva más temporadas enlazadas en la élite del fútbol inglés. Sin embargo, esta temporada está mirando con vértigo al abismo del descenso, amenazado por huestes foráneas que han llegado para imponer sus estilos traídos de otros lugares. Tras 25 jornadas atesora 21 puntos, lo que le vale para ser el 18 en la tabla de clasificación.
Conscientes de la delicada situación, los dirigentes de este ilustre noble han decidido contratar a un entrenador más inglés que la propia cruz de San Jorge: Sean Dyche. Puro fútbol anglosajón: el contacto en el robo de balón es innegociable, el pase siempre largo, nunca al pie y los extremos en la banda que cae a sus piernas dominantes, bien abiertos, pisando cal. La titularidad de los jugadores no depende del rendimiento sino de la proporción de barro que cubra sus camisetas al finalizar los partidos y si las segadas no son con los tacos arriba, la bronca en el vestuario es irrevocable. Ese es Sean Dyche, un nostálgico del ‘Dirty Leeds’, un evocador del fútbol de contacto. Conmemora con su estilo el fútbol inglés con mayúsculas en cada encuentro. Dicho en pocas palabras, Sean Dyche es un tipo tradicional y duro.

Las claves del juego de los de Goodison Park pasan por los cánones del fútbol inglés más clásico; en defensa, un bloque medio-bajo se alinea en una 4-5-1 en donde prima la contención del pivote, Doucoure, por dentro, y las ayudas de los extremos a los laterales en la banda. Con sensación de impugnabilidad, el Everton espera como gato panza arriba a que el rival ataque y se ahogue en su propia circulación de balón. Tras recuperar, el guion es igual de simple y escueto. Son imprescindibles los extremos que, pegados a la banda, esperan recibir el balón. Generalmente, el cuero les llega fruto de un despeje orientado de la zaga Toffee. Una vez en posesión del esférico, las directrices del extremo son claras: llegar al costado del área, encarar y buscar opciones para colgar el balón. Con estos ingredientes, solo queda añadir centros constantes al área que esperan ser rematados por quien quiera que pase por ahí vestido de azul. Los equipos de Sean Dyche juegan de memoria bajo el dogma que antes imponía fútbol anglosajón; sin añadiduras.
Las estadísticas de estos cinco partidos del Everton ayudan aún más a comprender lo que propone. De media, el equipo acumula un 32’6% de posesión de balón; es decir, no es un equipo que necesite del balón para construir su juego, es más, se siente más cómodo sin la posesión del mismo. Tampoco prueba suerte, ya que promedia solo 4’2 disparos por partido. Sin embargo, los números se vuelven mucho más abultados si miramos las estadísticas en defensa; de media, este Everton comete 13’2 faltas por partido y efectúa 19’6 segadas. Una falta cada 6 minutos y medio y una segada cada poco más de 5.

El estilo de Sean Dyche no terminado de caer de pie en el norte de Inglaterra y los Toffees suman 2 victorias y 3 derrotas, 2 goles anotados y 8 encajados en los cinco encuentros dirigidos por el entrenador inglés. A pesar de este mal arranque, aún hay argumentos a los que agarrarse para confiar en el nacido en Kettering. Por ejemplo, no hay que pasar por alto el hecho de que conoce de primera mano a jugadores de la casa. McNeil o Tarkowski fueron piezas fundamentales de aquel Burnley dirigido por Sean Dyche que en la 2017-2018 sorprendió a propios y ajenos, consiguiendo 54 puntos, récord del club en Premier League, lo que le valió para alcanzar la séptima posición en la tabla. Aquella exitosa temporada no se entiende sin los centros y el desborde de McNeil y el antiaéreo Tarkowski, líder de una defensa tan austera como sólida. Hoy, ambos militan en las filas del Everton.
Quedan, pues, claros los argumentos de Sean Dyche para mantener a este vetusto caballero en la categoría de oro un año más. Puede no ser el fútbol más vistoso u ortodoxo, pero desde luego su eficacia está comprobada y es, por supuesto, un juego sustancialmente inglés. Así pues, si hablamos del Everton estaremos haciéndolo del caballero más estilísticamente anglosajón de la Premier League. El tiempo dirá si ese es argumento suficiente para mantenerse en una categoría plagada de fútbol forastero.