Tras su debut en Suma con La informante de Berlín, Selva Palacios regresa con ‘Magnolia Blooms. El secreto de Jolene Baker’, una historia de amor, culpa y secretos familiares.
Con La informante de Berlín, Selva Palacios ya demostró su capacidad para construir historias con pulso narrativo. Con Magnolia Blooms. El secreto de Jolene Baker, la autora vuelve a hacerlo, esta vez a través de un relato centrado en los claroscuros de una vida marcada por el amor.
Selva reconoce que no le ha resultado fácil desprenderse de los personajes que la han acompañado durante tantas horas de escritura. Y no es de extrañar: al lector le ocurre exactamente lo mismo. Jolene Baker está construida con tal precisión que resulta imposible no seguirla de cerca, no preguntarse qué le deparará el siguiente capítulo de su vida.
Jolene es una mujer fuerte, valiente y en ocasiones contradictoria. Alguien que ha sufrido mucho por amor, pero que también ha hecho sufrir a quienes la han rodeado: a sus maridos, a sus hijos, a ella misma. A lo largo de la novela, asistimos al retrato de una mujer que a menudo se siente perdida, que carga con decisiones difíciles y que se enfrenta a sus propias sombras.
Durante el funeral de su último marido, Jolene decide contar la verdad de su vida. Ante la mirada atenta de sus hijos y uno de sus nietos, va reconstruyendo su pasado, dejando claro que nada es lo que parece y que cada recuerdo guarda más de una lectura. Los giros narrativos acompañan ese proceso, manteniendo al lector en una constante sensación de descubrimiento.
Aunque el amor es el eje central de la novela, Magnolia Blooms también habla del paso del tiempo, de la identidad, de la amistad y de la necesidad de encontrarse a una misma. Ambientada en una de las épocas más controvertidas de la historia reciente de Estados Unidos, la novela incorpora además un trasfondo social que enriquece el relato.
Selva Palacios construye así una historia que se sostiene en sus personajes y en todo lo que callan. Magnolia Blooms. El secreto de Jolene Baker es una novela para dejarse llevar, para leer sin prisa, mirar con calma y reconocer, en más de un momento, algo de nosotros mismos.