El Depor

El Deportivo de la Coruña atesora 14 puntos en la décima jornada de liga, lo que le otorga la undécima posición en la tabla. Le separan tantos puntos del playoff (4) como del descenso en esta su tercera temporada en el tercer escalón del fútbol español.

Musa, dime del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado tantos años antes con el campeonato español, conoció las ciudades y el genio de innúmeras gentes. Muchos males pasó por las rutas europeas luchando por sí mismo, su vida y la vuelta a la gloria de sus hombres, pero a estos no pudo salvarlos con todo su empeño, que en las propias locuras de la grandeza hallaron la muerte. ¡Insensatos!

No encontramos los terribles agravios de las gentes del norte sino el génesis de esta historia pérfida. En las fondas de una polis en donde no se ha conocido forastero, habitaba no a muchas estaciones un equipo que por el divino don del ingenio fue siempre conocido y respetado. Luchaba el nombrado Deportivo de la Coruña entonces contra las más recónditas escuadras en cuyos puertos arribó el azar de sus barcos. Se trataba de un equipo herido por la zarpa de la humildad, digno desconocedor de gloria que los Dioses le tienen reservada a los alevosos dueños de la avaricia, que agrían sus suertes enjutados de blanco en el lejano olimpo. No hubo siquiera soñado el Deportivo con la contingencia de arribar sus naves en los puertos de los inverosímiles Dioses; más entonces, como de la misma nada, llego él.

En 1988 presentose Lendoiro, hombre opulento y honrado por la bienaventuranza que acompaña a los metales preciosos con los que colmó las arcas del equipo. No se hubo de esperar demasiado hasta que el peso de sus dracmas dorados declinaron la balanza en favor del Deportivo. De puertos remotos llegaron las más fieras huestes de hombres bravos, curtidos en mil guerras y enamorados de la magia sublime del fútbol del norte. Derrotaron los de Riazor a cuanto rival se opuso y conquistaron entonces la península, levantaron copas, reinaron sobre España e incluso desafiaron a las más temibles escuadras del mundo conocido. No solo gobernaron los confines de su universo incipiente, sino que su gloria fue edificada sobre la reverencia y el miedo que sus oponentes hacia él procesaban. Los pormenores de sus viajes épicos hubieron de ser recogidos en los papiros con letras doradas y cantáronse con gloria en los cuatro puntos cardinales. Sin embargo, hundió el peso de la codicia sus naves copiosas de éxitos cuando se acomodaron en el placer del trono usurpado.

Contra el club centenario arremetieron las deudas que nacía de la bolsa intransigente de los marineros que llegaron tras los éxitos. Olvidose Lendoiro de sus cuentas pendientes entre los bailes hipnóticos de las musas del cantábrico y prosiguió con el derroche que hubo de herir de muerte al Deportivo de la Coruña. Marchitó la gloria las ofensas y las deudas y sin remedio conocido, los resultados se extraviaron en guerras perdidas. Los himnos délficos cesaron paulatinamente con el descenso mugriento del Deportivo al averno y desatendieron los hijos de Zeus los epitafios de la tumba olvidada del Deportivo. El mausoleo en el que yacía la exquisita gloria del equipo se había de marchitar en los años posteriores, durante sus rutas tristes por los embarcadores más recónditos de las divisiones inferiores. Por el estrépito de sus pretéritas noches de gloria marcado, se dejó morir el mismo Deportivo de la Coruña en el silencio de la indiferencia.

El árbol caído hizo leña seca, cuyas cenizas fueron olvidadas. Prosigue el Deportivo de la Coruña con sus andares inopinados, la cabeza gacha y marchita el alma. La morriña de las noches mágicas no cesa de susurrar al oído las penas de un Riazor que se muere de sueño. A pesar de que aún no hemos encontrado en el horizonte el final de esta aventura, no despiertan los rapsodas de su letargo y niegan volver la mirada al Deportivo. A partir del silencio de la prensa, borrose hace tiempo de la conciencia popular las grandes andanzas de este gigante herido, que ahora suplica la misericordiosa atención que se le ha negado.

Así, atender a su caso es vital para revivirlo y apoyarlo. Solo otorgándole la visión que necesita para retomar su navío a las corrientes que nunca debió naufragar conseguirá insuflarle el ánimo para de nuevo gritar en los cuatro confines del mundo su historia gloriosa, la del Deportivo de la Coruña. Alcen pues sus gritos de valor al cielo, de modo que desaparezca el silencio en el que duerme su historia y tiemblen con el estrépito las columnas sobre las que descansa el mundo. Que nadie se olvide de lo que el Depor fue, que todos teman en lo que se convertirá y que el Panteón se estremezca con la vuelta de este navegante herido por la codicia. Cumplirá Zeus todas nuestras súplicas. Así pues y sobre todo, gritad para que los rapsodas, ¡insensatos hijos de la ruina! vuelvan a cantar por todo el mundo las hazañas de nuestros más amados héroes heridos y que nunca jamás cometan el imperdonable error de volver a olvidarse de las odiseas tristes de nuestro fútbol marchito.

Por telee04

Aspirante a comentarista. Fútbol champagne por bandera. "Non ridere, non lugere neque detestari, sed intelligere" Instagram: telee_04 Twitter: @_ErTele_