Raúl Quijano

22 minutos con ha conversado con el artista y guitarrista de la histórica banda leonesa Café Quijano. En ella, el cantante ha ahondado en la historia del grupo que conforma junto a sus dos hermanos, así como en sus propias peripecias, sentimientos y opiniones sobre la música, la vida, la experiencia… además de hablar acerca de su visión sobre el futuro que le depara al grupo nacido en León

Conversar con Raúl Quijano (León, 1971) es hacerlo con un par de guitarras, que son sus cuerdas vocales; con un pentagrama, que es ese particular prisma con que observa el mundo que le rodea. No sería fuerte sin la música, y probablemente tampoco sería la música gran cosa sin su presencia. Su inconfundible voz, aguerrida, de vocalista ducho en mil y un boleros, denota que indudablemente nació en la capital leonesa. Es además un romántico empedernido, muy sentimental. Un tipo ungido en micrófonos e instrumentos. Un elegante portador de levitas.

Confiesa ser aún un novato en esto de componer, así como estar aprendiendo algo nuevo cada día. Dice que la industria musical es tan amplia que probablemente se retirará sin conocerla enteramente, y que por ello ha decidido estudiar un Grado en Música, cual si ello aún le pudiera enseñar algo que no sepa ya.

Persigue desde los años noventa un sueño mundano, casi envidiable: llenar teatros y auditorios (y lo que se ponga por delante) junto a Óscar y Manuel, sus brothers, como diría él. Es vocalista y guitarrista en Café Quijano, el grupo que viajó de León al mundo entero para narrar la historia de La Lola, además de artista en solitario cuando le viene en gana o le apetece pergeñar historias de amor en su álbum de sencillos, Trozos of Love. Hoy ha decidido, bisturí en mano, incidir en su forma de entender la vida, desentrañar las aristas de su historia y ponerse frente al espejo en 22 minutos con.

P.- Es inevitable comenzar esta entrevista preguntándote cuándo surge tu conexión con la música.

R.- Bueno, esa conexión de la que hablas viene desde que era yo pequeño, porque mi padre es profesor de música y eso lo pone todo más sencillo. Los tres hermanos crecimos rodeados de instrumentos, así que me aventuraría a decir que incluso desde el nacimiento.

P.- Tu padre, el James Bond del pub La Lola. ¿Es él el que te incita a ser músico o eres tú, por el contrario, quien le presenta el proyecto?

R.- Nunca, no, no. Nuestro padre no es de esos que eligen el camino para sus hijos. Simplemente nos puso los instrumentos a nuestro alcance, en nuestra vida, y fuimos nosotros los que decidimos aprender a tocar. Un día nos pusimos a cantar juntos -nunca antes lo habíamos hecho-, hicimos una maqueta y la empezamos a mandar a todas las compañías, a las cuatro multinacionales más importantes. Nos llamaron las cuatro y terminamos firmando con Warner. Se podría decir que somos músicos por mera casualidad.

P.- ¿Cuándo comienzas a encariñarte con la música al punto de decidir que quieres recorrer el mundo entre guitarras, conciertos y junto a tus dos hermanos?

R.- A partir de la firma con Warner, nuestro primer disco y ver que aquello funcionaba y me gustaba. Que era capaz de sobrevivir a obligaciones contractuales, grabaciones, promociones. Entonces supe que ya formaba parte de mi día a día en el más amplio sentido de la palabra… profesional. Que ser músico iba a ser mi profesión.

P.- Has hablado de tu padre, pero ¿qué hay de Óscar y Manuel? A Manolo se le ve un líder nato, el Tony Stark del grupo; y Óscar parece más bien tímido, pero luego es muy peleón. Con ellos mantienes una relación… poco habitual, digámoslo así, y quizá hasta los veas más de lo necesario. ¿Ha habido peleas en vuestra trayectoria musical?

R.- Bueno, claro que sí. Las relaciones entre hermanos ya sabes cómo son. A veces discuten y a veces están sin discutir. Pero no todos somos iguales, al igual que nadie es perfecto. Cada uno tiene sus defectos y sus cosas. Entre nosotros hay discusiones típicas de hermanos, pero nada más.

P.- Lo digo porque, sobre todo, la vuestra es una relación que escapa de las fronteras de lo fraternal.

R.- Sí, quizá tengas razón. Hacer un estudio psicológico de esto llevaría tiempo, mucho tiempo (ríe).

P.- Lleváis veinticinco años en la industria musical, desde que sacáis vuestro primer disco en León. Ello te ha obligado a estar íntimamente ligado a la música, a cantar en directo, a sacar muchos discos con tus hermanos… ¿Cómo la describirías en pocas palabras?

R.- La música… como ente inherente al ser humano es una de las grandes causas de la humanidad. Por lo que significa y por cómo el ser humano se relaciona con ella. Personalmente, para mí es profundizar en eso, conocer hasta el más mínimo…

P.- ¿Detalle? ¿Resquicio?

R.- Sí. O quizá llevar a cabo el análisis más profundo y exhaustivo de ella… y hasta donde podamos llegar. Porque al final la música es muy amplia. Necesitarías unas cuantas vidas para conocer todas sus facetas y vertientes; todas sus aristas. Y, probablemente, ni siquiera con esas vidas extra seríamos capaces. Creo que la música es infinita, viene de unos clásicos, de la Antigua Grecia. Allí formó parte de la sabiduría de aquellos griegos; del ethos, que llamaban. Incluso algunas melodías estaban prohibidas. Había armonías que los griegos entendían incompatibles con la guerra.

P.- ¿Y hay algún artista que… te inspirase? Quizá un cantante o grupo que sonara muy bien y escogieras a modo de referencia o punto de partida.

R.- Hablaba de ello antes. La música es tan amplia, hay tanta variedad, que es difícil hablar de referentes. No es lo mismo escuchar a Rammstein que a Benny Moré. Dependiendo de cómo te encuentres en cada momento te apetece escuchar uno u otro estilo; beber de una fuente o de otra. Yo creo que he atravesado muchas fases. He pasado por el pop, el rock, el género, el folclore latinoamericano… y me he ido poco a poco alimentando de esas músicas y de muchos de sus referentes. ¿Qué piensas tú? (ríe).

P.- Yo… creo sinceramente que el que te inspira es tu padre, y ya siento trabajar sobre lo mismo. Pero tener un músico en la familia al final lo pone todo infinitamente más fácil, supongo.

R.- Y tanto. Diríase que es algo así como… el génesis.

P.- Tanto bagaje al final se traduce en una incalculable experiencia musical. Arrastras muchos discos, sencillos… veinticinco años dan para mucho; para muchos conciertos también. Y para muchas canciones, en definitiva. ¿Con cuál te quedarías? ¿Cuál es esa canción que al cantarla junto a tus dos hermanos te emociona como el primer día?

R.- Uf… Es que es muy difícil…

P.- Si no puedes elegir, haz un top tres.

R.- Te respondo con dos. Te diría que… La Lola. Una canción que escucho en la radio cuando estoy en el coche y parece una canción actual tras veinticinco años, cual si la hubiéramos grabado en el 2023. Sigue viva, sobre todo por su legado; es un gran hit no sólo de la música pop en España, sino del pop en español. Y me gusta mucho Guardo, de nuestro primer disco de boleros. Quizá estas dos sean mis favoritas.

P.- ¿Hay algún concierto que recuerdes con especial ahínco o una ciudad a la que le guardes gran cariño fruto de varios conciertos? Sé que me dirías León, así que me adelanto. Excluyéndola, ¿en qué otra ciudad te sientes extremadamente cómodo celebrando conciertos?

R.- León, evidentemente, pero me la has quitado ya. En Madrid los conciertos suelen ser siempre muy especiales. También en México D.F., porque México siempre es un buen motivo para celebrar un concierto.

P.- Ciudad de México, qué bonito… México tiene esas cosas. Esa cultura suya que es al mismo tiempo tan parecida pero radicalmente diferente a la nuestra.

R.- Y tanto. Bien dicho, por cierto, Ciudad de México… que hace un tiempo que no se llama oficialmente Distrito Federal. Ya no es el D.F.

P.- Café Quijano ha cultivado muchos géneros, también muchos subgéneros y variantes dentro de ellos. Pero al final tenéis una primera época de pop rock, a veces rozando el rock; luego una segunda de boleros, con esas historias de amor tan poéticas; y por último pop de ritmos latinos, en lo que estáis precisamente ahora inmersos… Perdonarme es un buen ejemplo. ¿Con qué género te sientes más reconfortado?

R.- Los tres. Aquí no me hagas elegir, por favor. Te daré el porqué. El género, el bolero, me gusta mucho; muchísimo. Básicamente porque lo tenemos en nuestro ADN. Y en cuanto al pop… es música de nuestro tiempo, la que escucha todo el mundo. Tanto el pop rock como el de ritmos latinos de nuestra etapa actual. El pop en su propia definición dice…

P.- ¿Música arraigada a ritmos populares?

R.- Sí. Pero también significa que es eso, popular. Que es la música de todos, del pueblo. Entonces, como decía, tampoco puedo olvidarme del pop, sobre todo del que hacemos ahora. Porque es latino, pero es que al final nosotros somos latinos. Los tres géneros tienen un porqué.

P.- Tienes un álbum, Trozos of Love, que ha sido tu única aventura como solista. ¿Tienes previsto un segundo disco en solitario o por el momento sigues centrado en Café Quijano a tiempo completo?

R.- Hombre, básicamente no me lo planteo por lo que te absorbe Café Quijano; te quita toda tu energía. Sí quizá continuar componiendo, para mí, canciones de ese estilo. Pero no atreverme con lo que conlleva el desarrollo de un disco.

P.- ¿Dirías que se queda al final como un hobby?

R.- Sí, aunque no es tanto un hobby. Forma parte de mi desarrollo personal como músico. Buscar otras músicas, otros estilos, seguir estudiando la música. Jugar con los instrumentos, las notas… ¿Qué crees tú? (ríe).

P.- ¿Yo? Lo que digas tú. Palabra de santo. Y va a misa.

R.- (Ríe). No creas, no creas.

P.- Habéis hecho muchas colaboraciones a lo largo de vuestra trayectoria. La más reciente junto a Andrés Calamaro, pero también habéis hecho un featuring con el gran Joaquín Sabina, entre muchos otros. ¿Con qué persona con la que has colaborado en Café Quijano te quedarías?

R.- Quizá con Céline Dion. Por lo que conllevó aquella canción, que fue en honor a un mánager que tuvimos, que tuvo un accidente de tráfico. Nos sensibilizó mucho, y a Céline Dion también. Y ahí surgió la canción. Quizá sea en ese sentido la más… emocional.

P.- En 2017 resurgís tras un pequeño parón, un descanso de la etapa de los boleros, y estrenáis Perdonarme junto a Taburete, grupo que estaba en auge y sigue por ese exitoso sendero. Es uno de vuestros más importantes éxitos recientes y presupongo que también una de vuestras canciones más especiales. Algo así como un regreso al ring, una vuelta al ruedo, al escenario.

R.- Sí, sí, sí, sí. También por cantar con Willy y Antón. Fue una experiencia muy bonita, porque Taburete eran fans de Café Quijano y por lo que la canción llevaba intrínseco.

P.- Supongo que al final la cosa salió tan bien que decidisteis devolverles el favor en su penúltimo álbum, La broma infinita, regalándoles una colaboración, Salto al vacío, que es un bolero precioso.

R.- Precioso. Muy bello, especial y una devolución, claro, de ese cariño que nos profesaron en Perdonarme. Como bien has dicho tú, una canción muy bonita.

P.- Y muy elegante.

R.- También.

P.- En vuestro último disco habláis de jamaicanas, de Nueva York… imagino que esto no termina en el Empire State. No quiero pensar que Café Quijano no pasa de Manhattan. ¿Tenéis preparado algún… Brooklyn?

R.- Sí. Estamos ya barajando nuevas opciones, nuevos proyectos. Pasa que ahora estamos inmersos en demasiados conciertos, en la gira, en las primeras fechas de 2024… No nos da para mucho más…

P.- Pero ahí está. ¿Hay algo entonces en el horizonte?

R.- Sí, claro. Sí, sí.

P.- Lo digo porque hay más distritos de Nueva York con el que nombrar canciones o álbumes. Nueva York es muy amplia…

R.- Y más ciudades del mundo (ríe).

P.- ¿Qué tal te suena León como título?

R.- Muy bien (ríe). León no sería un mal título. Lo próximo será, seguramente, algo que tenga que ver con aquellas ciudades en las que hemos estado.

P.- Te quería pedir una moraleja para los jóvenes que tienen sueños. Bien pueden querer ser médicos, abogados, periodistas o, por qué no, los próximos Café Quijano.

R.- Sin duda que se formen. Que gocen de formación, una buena base, porque, como en el jazz, les va a tocar improvisar. La vida es muy cambiante. Antes un negocio lo montaba una familia y lo heredaban los hijos e incluso los nietos. Hoy todo es mucho más fugaz, como la noticia. Tenemos demasiada información. Y como te decía, la base de todo es la formación y, después, la improvisación. Pero siempre improvisando sobre el conocimiento.

P.- ¿Dirías que el secreto del éxito quizá está en esas dos palabras: formación e improvisación? ¿O quizá también en la perseverancia?

R.- Por supuesto. Aunque más que perseverancia diría trabajo. Y también, de nuevo, formación y la buena improvisación. Aunque lo primordial de todo, como dices tú, es la constancia, la perseverancia, el trabajo… y luego todo acaba llegando.

P.- Cuando descansas de la música imagino que tendrás alguna afición. Quizá leer, el cine, las series…

R.- Soy muy adicto a las plataformas de streaming: Netflix, Movistar… También la lectura, claro, y el deporte. Me gusta mucho hacer deporte.

P.- ¿Y alguna serie o película que hayas visto recientemente y te haya gustado mucho?

R.- Pues… ahí me pillas, la verdad. Tendría que pensarlo un poco… Beethoven’s Ninth – Symphony for the World. Un documental sobre la novena sinfonía de Beethoven.

P.- Tras la fama, el reconocimiento al trabajo duro, a toda tu trayectoria, ¿qué más puedes esperar de la vida? ¿Qué te queda por conquistar? Esa frontera que al cruzarla te llevaría a las Maldivas en un viaje sin vuelta atrás.

R.- No es falsa modestia, ni mucho menos, pero seguir aprendiendo. Soy todavía un aprendiz. Continuar informándome, adquiriendo conocimientos en la música y conociéndola en todas sus facetas.

P.- Definirte en pocas palabras será luego mi trabajo para la entradilla de esta entrevista. Quizá puedas echarme un cable. ¿Cómo te describirías en pocas palabras?

R.- No sé… tendría que psicoanalizarme…

P.- ¿Quizá lo que hablábamos antes de la perseverancia…?

R.- Sí. Perseverante soy, por supuesto. Pero para responderte enteramente tendría que estar un par de años haciendo terapia (ríe).

P.- ¿Cómo acabarías la canción de tu vida?

R.- Aquí vuelves a pillarme… Sinceramente, no puedo contestarte. La canción de mi vida está aún inacabada. ¡¿Cómo puedo ponerle un último acorde o un último verso?! ¡Eso es imposible! ¡Imposible!

Por Raúl R. Méndez

Sigo creyendo que Jon Nieve debió haberse sentado en el Trono de Hierro. Fan de Hombres G, Taburete y la música pop española en general. Algunos dicen que me asemejo a Peter Parker, aunque juro y perjuro que Nueva York la he recorrido andando. Me enamoré del Atlético de Madrid cuando por primera vez pisé el Vicente Calderón en una gélida tarde de invierno. Y de Rafael Nadal en aquel primer Roland Garros que le vi ganar.