El fútbol dejó de ser un deporte de puros movimientos caprichosos, de gambetas que levantaban al público y tiraban a los rivales y anarquía posicional hace mucho tiempo. Se olvidó eso de los once vestidos de corto detrás del balón como “pollos sin cabeza”.

En cambio, ahora hablamos inequívocamente de equipos y no de jugadores. Esto quiere decir que existe una coherencia en las acciones de cada uno de los integrantes de acuerdo con los distintos roles pre-asignados, las circunstancias del partido y los movimientos realizados por compañeros y oponentes. De esta forma, el fútbol moderno nos otorga cada día jugadas y equipos que más que fútbol parecen un ballet perfectamente coreografiado de una hermosura y armonía majestuosa y casi inefable, la cual hace que nos sigamos rindiendo después de tanto tiempo ante el deporte rey. Tenía razón Gullit cuando afirmó que “Un equipo es como un buen reloj: si se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual.”

Así pues, igual que cada reloj necesita su relojero para ser armado o cada casa su arquitecto para ser levantada, el fútbol necesita de un entrenador para que los futbolistas sepan darle un sentido a lo que están haciendo dentro del rectángulo de juego. Hoy día, si hablamos de entrenadores, tenemos que mencionar a Pep Guardiola. No es descabellado tildarle como el mejor de todos los entrenadores de fútbol que hay en el mundo, no solo por la inigualable vitrina de copas que atesora, sino porque además está removiendo el fútbol desde los cimientos. Se está atreviendo a mirar a la cara al casi dogmático 4-3-3 tradicional y con ingenio lo está reinventando a su gusto y estilo. Lo está deconstruyendo.

Una breve historia del 4-3-3

El 4-3-3 surge a principios de los años 60 como un reajuste de la 4-2-4 que se popularizó en la década anterior con equipos como la Brasil de 1950 y 1958 o aquella Hungría de 1952 y 1954 que se ganó sobrenombres tales como “Magiares mágicos” o “El equipo de oro”. No obstante, no fue hasta los años 70 cuando podemos encontrar la base de lo que es realmente la 4-3-3 en que los jugadores desempeñan las funciones a las que estamos acostumbrados hoy día, con un pivote que equilibra, mediocentros que dirigen, extremos que encaran y delanteros que rematan. Estamos hablando del fútbol total propuesto por la selección holandesa de 1974, la cual quedó subcampeona, y el Ajax tricampeón de Europa de principios de los 70. Ambos equipos destacaban por el trabajo grupal cuya máxima era: todos atacan y todos defienden, fueron dirigidos por Rinus Michels, el considerado padre del fútbol moderno. (Es importante aclarar que, si bien Rinus Michels llevó al Ayax de Ámsterdam a ser campeón en 1971, las otras dos copas de Europa que ganó el Ayax fueron conseguidas por Stefan Kovacs, aunque sin variar el planteamiento de Michels).

Rinus Michels sujetando la Copa de Europa de 1971 junto con el capitán del Ayax de ese momento, Johan Cruyff

A partir de ahí, el fútbol fue evolucionando en la dirección señalada por Michels, cada uno de los jugadores, con excepción del portero, tenía al menos dos funciones: una a desempeñar con la posesión del balón en los pies del equipo y otra sin balón. Aunque no es el asunto a tratar en este artículo, es imposible no nombrar a entrenadores como Raymond Goethals, Hernst Happel, Arrigo Sachi, Louis van Gaal o Johan Cruyff, que aportaron diversas innovaciones que contribuyeron sustancialmente a crear el fútbol que hoy todos conocemos. Este fútbol, por supuesto, estaba y está basado en gran parte en las formas de juego derivadas de la 4-3-3. Sin embargo, Guardiola es diferente a todos estos, ya que ninguno de los entrenadores nombrados y por nombrar ha querido, podido, sabido o tan siquiera imaginado lo que quizás algún día tildaremos como la gran revolución táctica del entrenador catalán.

¿Por qué el deconstructivista del fútbol?

Si definimos deconstructivismo como el movimiento arquitectónico caracterizado por la fragmentación, el proceso de diseño no lineal y el interés por la manipulación de las ideas de la superficie de las estructura para conseguir un caos controlado dado la falta de armonía y simetría, nos podemos percatar que no sería descabellado argüir sobre la posibilidad de entender a Guardiola como el primero de los deconstructivistas del mundo del fútbol. Tal calificación se debe a su singular manera de entender las funciones a desempeñar por cada uno de los jugadores cuando el equipo tiene la posesión, así como de ser capaz de romper las líneas que conforman la clásica 4-3-3 en su favor. Guardiola deconstruye la 4-3-3 cuando el equipo está en posesión de balón. Así lo hace:

Empezando de arriba a abajo, nos topamos muy pronto con la primera peculiaridad. El delantero centro de Guardiola es el todo-campista del equipo. Cuando el conjunto dirigido por Guardiola está en posesión del esférico, pongamos el Manchester City por ser el actual, el delantero centro es el encargado de salir de la posición de referencia y más adelantada para encontrar el hueco de cara, recibir el cuero de espaldas a la portería rival y descargar el juego hacia donde crea necesario. Este nuevo nueve tiene libertad para llegar a cualquier zona del campo para ayudar en la salida balón. Aparece mucho más liberado que, por ejemplo, el falso nueve en los equipos dirigidos por Cruyff en tanto que llega a más zonas del campo y lo hace de forma más regular. (Rafa Medel Casia nos proporciona el mapa de calor de Gabriel Jesús, ex jugador del Manchester City)

Rafa Medel Casia nos proporciona el mapa de calor de Gabriel Jesús, ex jugador del Manchester City

Esta libertad de movimiento que se le da al delantero centro tiene varios motivos:

  • Añadir posibles receptores a la salida de balón. El delantero centro funciona como un mediocentro más que llega a recibir y distribuye. Cuantas más líneas de pase existan en la salida de balón más fácil será llevarla a cabo, o al menos en principio, como luego veremos.
  • Crear espacios a la espalda de los defensas. Si la presión que ejerce el equipo contrario es individual, hombre por hombre, el delantero arrastrará a, al menos, un jugador rival hasta a fuera de su marca, lo que creará espacios a la espalda de este que podrán ser atacados por los interiores o los extremos.
  • Crear superioridad numérica. Si la presión es zonal, la presencia del delantero “fuera de su zona” tiene como desenlace la superioridad numérica en gran parte de las zonas del campo. De hecho, todas aquellas en las que se encuentre el delantero, el cual, aunque no se presente necesariamente como una línea de pase directa, ayuda con sus movimientos a crear superioridad numérica. De esta forma consigue ayudar a la circulación de balón ante la imposibilidad del jugador rival a la hora de cubrir en una zona a dos jugadores inteligentemente colocados.

Con todo, no es esta la innovación que le daría el título de deconstructivista a Guardiola, ya que si bien rompe con las cadenas que atan al nueve a la punta y sus equipos son aquellos en los cuales los delanteros tienen mayor rango de libertad de movimiento, sí que hay precedentes y otros equipos que comparten la idea de la movilidad del delantero centro. Entonces, ¿a qué innovación nos estábamos refiriendo? Bien, la respuesta la encontramos en los laterales, que son las grandes claves de la salida de balón en los equipos de Guardiola.

El nacido en Sampedor tiene un afán por colocar en el puesto de lateral hombres con ciertas características que se piden a los mediocentros, como el buen trato de balón o clarividencia en la salida, como es el caso de Cancelo, o incluso reinventar a los propios mediocentros para que jueguen como laterales, como fue el caso de Kimmich en el Bayern de Múnich. El sentido de la cuestión de los laterales es que en verdad estos no son laterales más que en el nombre, ya que cuando el equipo está en posesión del balón la magia empieza. Podríamos esperar de un equipo que forma un 4-3-3 que saque el balón jugado de la siguiente manera:

El portero se apoya en alguno de los dos centrales y este a su vez en el lateral de su respectivo lado. En este momento el lateral podría optar por apoyarse en el pivote o en alguno de los interiores, devolverla al central, pasar al hueco o a los pies al delantero o al extremo o incluso hacer jugada él mismo. Uno pensaría que esas son todas las opciones lógicas para una salida de balón sencilla de un equipo que forma un 4-3-3 en el que el balón pasa por un lateral. No obstante, Guardiola ha dejado esta “clásica” y elegante forma atrás. En su lugar, el lateral (al que nombraremos como Rico Lewis por ser el actual jugador que desempeña este rol) abandona la zona de la banda cuando el portero la toca con los centrales. En ese preciso momento Lewis se incrusta en el pivote, acompañado de Rodri, dejándolo totalmente al descubierto para que coja la banda. La estructura del 4-3-3 se cae completamente. Se ha producido una deconstrucción en la que deja de existir la línea de cuatro para quedarse en un lateral y dos centrales, con un doble pivote y dos interiores totalmente desanclados dado que a sus espaldas hay hasta seis hombres para defender en caso de pérdida.

Rico Lewis actuando de pivote único consigue liberar a Rodri, Gündoğan y De Bruyne

Entonces, como hemos dicho, Lewis se une al carril central en la salida de balón. Genera así una línea de pase que desemboca en una casi insalvable superioridad numérica por dentro, dado que si el extremo rival (en principio el hombre encargado de cubrir en salida a Lewis) le cubre, lo hará sacrificando su posición en la presión de su propio equipo. Esto mismo produce un desorden del equipo contrario a la hora de presionar y, a su vez, un gran hueco en la banda, que quedaría totalmente despejada para el extremo o incluso para la entrada en acción del delantero o del interior más cercano en la zona despoblada por Lewis y el extremo rival. En cambio, si el extremo rival opta por no ir a presionar a Rico Lewis y el balón llega a este, el control del esférico recae sobre un jugador libre de marca propia, que cuenta con la siguiente baraja de posibilidades sin tener que retroceder de línea el balón:

  • Un pase horizontal de seguridad a un pivote (antes ese pase de seguridad del pivote era casi por defecto a la defensa, ahora no hay que retroceder líneas para asegurar el pase, lo cual es un avance significativo).
  • Dos interiores totalmente desanclados por la seguridad que otorga el doble pivote en la retaguardia. De hecho, tradicionalmente si en la salida de balón hay un doble pivote queda un interior por dentro con libertad de movimiento y si hay dos interiores significa que existe un solo pivote con la función de ancla o distribuidor. No hay precedentes en el fútbol moderno de un doble pivote acompañado de dos interiores.
  • Al menos un extremo en condición de uno contra uno. Y eso sin contar el extremo de la otra banda y el delantero que se moverá y atacará los espacios en base a su juicio y a las circunstancias del partido.

De esta forma, el City consigue una superioridad numérica casi constante en la salida de balón sin necesidad de retroceder el mismo. Esto se traduce en mejores líneas de pase, menos probabilidad de fallar un envío o de rifar el balón en un desplazamiento en largo y exprimir al máximo cada una de las piezas del equipo en pro de la salida de balón. Además, logra generar espacios y situaciones de uno contra uno en las que sus jugadores parten con ventaja, como en el uno contra uno de la banda que queda ocupada por solo el extremo propio y el lateral rival. Todo depende del devenir del juego que, efectivamente, elige Lewis. Ya no es el elegante 10 el que dirige el juego del equipo, sino el improbable 82 en la posición del 4 partiendo como el 2. ¿Quién lo diría?

De nuevo, Lewis en posesión del esférico en la posición de pivote mientras que Haaland sale de zona para recibir

Empero, el deconstructivismo del equipo de Guardiola puede ser tanto una virtud táctica como un precio a pagar. La técnica está aún verde, tiene esquinas por pulir y problemas que solucionar. El que se antoja más urgente y lógico es, ¿Qué es lo que pasa con la banda en la que no está el lateral si se pierde el balón? La respuesta es alarmante: sencillamente se queda a expensas de la ayuda del extremo y el buen hacer del central más cercano. El equipo está desigualado, no es simétrico y en el campo es evidente que Lewis no llega a su posición original en la mayoría de los casos. La banda se queda desnuda y el equipo renco. Uno podría afirmar que es un riesgo muy poco probable dada la cantidad de líneas de pase de la que siempre dispone el City, lo cual es una verdad, pero a medias. Los skyblues disponen en la mayoría de las acciones de la ventaja de la superioridad numérica, sí, pero esto tiene un problema intrínseco fundamental: al llevar a un jugador al centro del campo estás ganando jugadores en salida, pero estás aglomerando piernas en un espacio reducido. Donde en un equipo hay un jugador, a lo sumo dos, en el City hay tres o cuatro: el pivote, el lateral reconvertido, alguno de los interiores e incluso el delantero. El fútbol consiste en crear espacios. Por estos espacios pasa el balón. Si no hay espacios para que pase el balón, el balón no puede pasar. Es una lógica extremadamente simple, pero que penaliza al Manchester City. Cuando aglomera a jugadores propios en el centro del campo, también hay que contar los del equipo contrario, que son arrastrados por la marca. Nos encontramos de repente que el carril central está bloqueado por un bosque de piernas que impide además que el balón se abra a la banda por la pura acumulación de hombres. Entonces, puede ser que el balón deba ser tocado hacia atrás, lo cual no es bueno porque recordemos que el lateral está en el pivote lo que casi obliga a mover el balón hacia una dirección (aquella con el lateral en su posición natural). Esto suele degenerar en una pérdida dado lo predecible del movimiento y la dirección para los miembros contrarios que presionan. O peor, puede que el balón directamente se pierda lo que deja al conjunto mancuniano totalmente desnudo en su costado.

Es ese el problema fundamental del estilo que propone Guardiola y que es intrínseco a todos los sistemas que intentan sacar el balón jugado desde campo propio con el uso de un doble pivote. Simple y llanamente generas por arrastre una aglomeración de jugadores propios y ajenos por dentro que imposibilita el propósito en sí, que es sacar el balón. Además, con el doble pivote en un sistema tradicional, pongamos una 4-2-3-1, pierdes jugadores que se mueven por delante del balón para reforzar la superioridad numérica y las líneas de pase en la salida de balón. Precisamente ahí está la clave de la deconstrucción del 4-3-3 implementada por Guardiola: se consigue la superioridad numérica y la seguridad en el envío del doble pivote sin perder efectivos por delante del cuero. No obstante, no hay que dejar de mencionar la desventaja que supone el no poder apoyarte en la tradicional salida por banda a uno de los laterales. Nadie ha conseguido aún resolver el problema de la salida de balón con doble pivote que es la gran conjetura que abraza al fútbol.

Con toda probabilidad, la persona que consiga aportar una solución elegante y sólida para el problema del doble pivote en salida de balón será aquella cuyo nombre quedará inscrito como el que consiguió transformar el fútbol y llevarlo al siguiente nivel. Ese es el siguiente gran paso que parece que va a dar nuestro amado deporte y Guardiola nos está mostrando el camino: esa es la senda, pero hay algo que falla. Todavía hay importantes cambios y reajustes tácticos en los que trabajar para que el sistema sea sólido y plasmable por la mayoría de los equipos. Con todo, y a falta de poseer la distinción y perfección de, por ejemplo, la 4-3-3 de Rinus Michels, la deconstrucción de la 4-3-3 de Guardiola en fase ofensiva parece un paso sólido hacia una nueva manera de entender, disfrutar y jugar a este nuestro deporte, aunque el gran salto aún está por llegar.

Por telee04

Aspirante a comentarista. Fútbol champagne por bandera. "Non ridere, non lugere neque detestari, sed intelligere" Instagram: telee_04 Twitter: @_ErTele_