Acabo de finalizar 2001: Una Odisea en el espacio. Y en definitiva, cada que la culmino pienso:

¡Es de lo mejor que he visto en mi vida!

Y es que Odisea en el Espacio 2001 no es solo un hito de la ciencia ficción. Su manejo visual y sonoro la catapultó como parte de la iconografía del siglo. Su música y contexto la dotaron de un carácter metafísico; enriquecido con el desarrollo de una de las temáticas más interesantes que pueden existir en el cine:

El hombre, su destrucción y transformación.

Independientemente de si ya viste o no película, lo que te pueda contar sobre ella no restará su valor cinematografico.

Por lo que, no está demás mencionar que el director Stanley Kubrick abrió esta historia con una cita descarada; la obra de Friedrich Nietzsche.

Por si el detalle pasó inadvertido, la primera escena titulada: “El amanecer del hombre”, es acompañada del poema sinfónico compuesto por Richard Strauss; titulado igual que la obra de Nietzsche: “Así habló Zaratustra”.

UN POCO DE CONTEXTO:

En el intento por realizar un pseudo resumen de “Así habló Zaratustra” mencionaré que Nietzsche despoja al hombre de la idea de un ser superior que le da sentido al mundo. Pero a su vez plantea que ahora, el hombre mismo se encargue de re-significar este sentido a través de la llegada del “Ubermen” o superhombre.

AQUÍ EL PROTAGONISTA ES EL HOMBRE

Una vez explicado esto, aquí va lo que yo consideré brutal en la película:

Y es que, si bien Kubrick representa la luz de la sabiduría, en forma de monolito. El contacto entre hombre y monumento; ya sea en su versión primate o moderna, desencadena una serie de transformaciones que guiarán al ser humano a una versión encaminada al servicio de si mismo; tal como lo plantea Nietzsche.

Pero eso sí, en la visión del director la transformación tiene como punto de inflexión a un componente interesante; la inminente destrucción del hombre como inicio de su camino evolutivo.

Tanto el icónico hueso, como Hall 9000 son herramientas al servicio humano. Utensilios que utilizará para un fin y que, al mismo tiempo, marcarán el inicio y final de una era. La muerte del rival; para el hombre mono. Y la destrucción de la conciencia artificial; para el hombre moderno.

Aunque a primera vista estos acontecimientos parecen no tener relación, ambos representan la destrucción de la moralidad humana. Pues en los dos casos el destino no es el acceso al agua, ni la misión en Jupiter. El destino es una nueva visión del mundo; de uno mismo.  Una que solo puede ser desbloqueada a través de la verdad.

¡NO NOS VAMOS SIN ESPECULAR!

Es curioso pensar en la inherente conexión entre tecnología, destrucción, moralidad y verdad. Sobre todo ahora que nos encontramos en el punto tecnológico que describía esta película de 1968. Ahora bien, para concluir esta reflexión cinéfila podríamos decir que, hasta el momento Odisea en el espacio 2001 acertó en cuanto al uso de tecnología, como video llamadas y robots inteligentes capaces de guiar naves. Pero sería interesante plantear si será capaz de acertar sobre el deterioro humano. Y en el caso de ser así: ¿Será que dicha destrucción traerá consigo al ser vital prometido, que crea y somete a voluntad?

Y aún más importante: ¿Quiénes tendrán la suerte de representar al astronauta David Bowman  y quienes a Frank Poole?

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