El pasado 2 de noviembre se publicó Las brujas de Monte Veritá escrito por Paula Klein, autora nacida en Argentina pero afincada en París. El libro narra el viaje de autodescubrimiento así como el proceso de documentación de Verónica sobre una comuna protohippie de 1900. 22 minutos con ha tenido la oportunidad de charlar un ratito con la autora por su lanzamiento.
P: En tu anterior novela tomaste la figura de Alberto Greco, un artista plástico, en esta novela el protagonismo lo tiene una utopía, ¿de dónde surgió la idea de Las brujas del Monte Veritá?
R: Como en mi primera novela, en general, hay un tema que me empieza en algún momento a obsesionar y se vuelve recurrente. Con este libro me preguntaba qué pasaba con todas estas obsesiones modernas de vivir mejor, de querer volver a algo más rústico, en contacto con la naturaleza. Sentía que en la actualidad todo esto está muy presente pero vaciado de sentido, un poco solo para la foto. Entonces apareció esa pregunta sobre qué utopías en el pasado se propusieron eso, y apareció Monte Veritá.
Me acordé de un tema que ya había trabajado en mis estudios en la Universidad de Buenos Aires, me había apasionado en su momento, pero luego lo había olvidado completamente y en la época postpandemia volvió a entrar en mi vida Monte Veritá y resonó con proyectos de amigos que también estaban queriendo dejar la ciudad para irse al campo y estar más en contacto con la naturaleza. En ese momento empezó una investigación sobre Monte Veritá que incluyó un viaje a los archivos, un viaje que aparece en el libro.
P: ¿Cómo fue la creación de la historia de Verónica?
R: No fue fácil la forma del libro, me costó más que la primera novela, lo reescribí muchas veces. Es difícil hacer dialogar el presente y el pasado, y más cuando es un pasado lejano, mujeres del 1900 que atrapen al lector. Tuve que reescribir bastante ya que en su momento empecé a partir del viaje, como si todo fuese un road trip de la protagonista que va a Monte Veritá para escribir un libro sobre estas mujeres, y después, me di cuenta de que tenía que darle más espesor a la protagonista para poder entender sus razones del viaje y su interés por reconstruir la vida de las mujeres, por ello era necesario conocer su contexto.
Está por quedarse sin trabajo, hace poco ha sido madre y está pasado un mal momento con su pareja. En ese momento su marido le propone mudarse a los Pirineos a un ecopueblo naturalista, ella lo ve como un fracaso en la vida urbana que desea. De la misma manera, no quiere renunciar a eso, resiste aunque no tenga trabajo, o no le ayuden a escribir un libro en buenas condiciones.
P: En la psique de Verónica se plantean presiones sobre la maternidad, las relaciones e incluso el papel de su carrera profesional. ¿Por qué decidiste tratar estos temas?
R: Hay parte personal, empecé a escribir la novela cuando estaba atravesando un momento complicado, como todo el mundo que se dedica a actividades culturales. Había sido complicado y acababa de ser madre, y quería escribir este libro. Eran cuestiones que me estaban atravesando en primera persona, pero que además las veía en muchas amigas que atravesaban cosas similares. Me pareció que es algo actual, más allá de que me pasase a mí era algo del clima de la época, que nos está pasando a muchas personas, que te enfrentas a distintas dificultades.
P: La extranjería de Verónica está presente en este libro, y es un tema al que recurriste también en tu anterior novela, ¿por qué decidiste volver a reflejarlo?
R: Es un tema que me voy a replantear siempre, porque somos muchos los argentinos exiliados voluntarios. El tema de la extranjería es un tema que tengo muy presente, es un desarraigo constante y el país que dejas se vuelve una utopía aunque realmente no lo sea. Le pasa a mucha gente, sabes que es un delirio tuyo pero en algún momento fantaseas que volviendo sería todo mejor, como si el tiempo pasado fuera mejor. Construyes una imagen pintoresca del lugar del que te fuiste a medida que pasan los años, y me parece que es algo constitutivo de mí, es una pregunta que volverá en otras maneras en otras obras, es difícil que no aparezca porque es una pregunta que está todo el tiempo dándome vueltas.
P: ¿Cuál ha sido el reto frente al anterior libro?
R: Fue un reto porque el primer libro era más juvenil, la protagonista era joven, acababa de llegar a París y estaba fascinada. Había algo de querer reconstruir la vida de Greco y aquellos latinoamericanos exiliados en París, era algo más como un sueño. Y en Monte Veritá, tenía que plantear una protagonista en otro momento de la vida, pero también con huecos, lugares donde su vida hace aguas. Al mismo tiempo, quería volverlo seductor, era un reto, algo que en un primer momento es una crisis existencial, sacarle jugo más luminoso, ahí entra la utopía de Monte Veritá que era inspiracional para mi protagonista.
A través de la vida de las mujeres, reconstruyendo las vidas de Ida Hofmann y Mary Wigman, los personajes de la comuna, sus vidas, la fractura… Sentía que había algo de luz, que podía llevar a la protagonista a salir del presente, y hacer que le pasasen cosas a la protagonista en su experiencia con el cuerpo en el viaje, un viaje que le hiciera cambiar, provocar algo dentro de ella.

P: ¿Cuál fue el criterio para trazar a los personajes?
R: Necesitaba que hubiera utopías contrapuestas y personas que estuvieran discutiendo para enriquecer el libro para no convertirlo en un monólogo pesado de leer. Me gustaba que hubiera personajes, que sin adquirir el protagonismo de Verónica, que es la narradora sin estar en primera persona, estuvieran haciendo un contrapunto, personajes que no hicieran lo mismo que ella como el marido que le propone la vuelta a la naturaleza radical y le desata el rechazo; las dos amigas que le ayudan a pensar, con puntos de vista diferentes, contribuyen y la van sacando de su rol de investigadora.
P: Has mencionado que conociste esta utopía en la universidad, ¿cómo llegó a ti?
R: Estudié Letras pero hice muchas materias optativas, muchas de cine, alguna de estética, en una de ellas nos habían hablado de los inicios de la danza moderna y habían hablado de Mary Wigman y Monté Veritá, y a mí todo lo que no es de mi carrera de Letras me parecía más fascinante, un poco como a todos, lo que no es nuestro nos llama más la atención. Me había encantado, nos habían hablado del poeta que había inspirado a Hermann Hesse, del baile de la bruja, nos habían dicho que eran unos locos que se habían ido a Ascona y habían formado esa comunidad en la que se experimentaba con drogas, sexualidad y amor libre y había sido un núcleo de pensamientos para los intelectuales de la época. Algo de eso me había encantado, pero después olvidé el tema por la carrera.
En postpandemia volvió a surgir, se acaba el mundo y necesitas recuperar utopías del pasado. La gente estaba más deseosa, querían cambiar su vida y ahí escuché de vuelta hablar de Monte Veritá, y fue en un momento donde tenia amigos que querían dejar la ciudad para volver al campo, y me pareció que Monte Veritá tenía algo para decirme en ese contexto actual en el que estábamos.
P: ¿Este movimiento del Monte Veritá tiene relación con el movimiento hippie de los años 60?
R: Fue una de las cosas que cuando empecé a investigar no sabía que iban a surgir pero después fue apasionante, enterarme de que estas seis personas se habían ido a Ascona, que eran anticapitalistas en 1900 y estaban hastiados de la vida urbana, sentía que me hablaban de hoy en día. Documentándome caí en una película de 2014 llamada Freak Out! en la que se reconstruye esta historia de Monte Veritá con una estética extraña, le da vida con manga pero a la vez relata la historia con un documental. Se cuenta en la película que los hippies de la costa oeste americana en inicio vienen de Ascona, huyendo de la Primera Guerra Mundial se van hasta la costa oeste y es el germen de los que serán los hippies de los años 60. Ahí empecé a tirar de hilos, y lo añadí a partir de la ficción en la novela.
P: El viaje está inspirado en hechos reales, ¿cómo fue la experiencia de conectar con el lugar donde tuvo lugar la utopía?
R: Efectivamente hubo un viaje, estaba muy cargado de expectativas, soy investigadora de profesión y siempre parece que existía un archivo que daba una pista crucial que hacía reconstruir todo y realmente no sucede, no encuentras nada, o no es lo que esperabas. A veces puedes encontrar algo, pero no es lo común. En la novela ocurre, está ficcionalizado, pero me gustaba añadir una cuota de ficción en un viaje, ya que quería ver el lugar con mis propios ojos tal y como Verónica quería reconectar con el espíritu del lugar, los monteveritanos siempre hablaban de las montañas, los mitos de la región. Quería comprobar si me iba a pasar algo o no allá, si iba a ser una turista más o no.
P: Partiendo de los libros que mencionas en la novela para documentarte, ¿hay algún otro libro que te haya ayudado en la creación de la novela?
R: Los archivos me llevaron un tiempo encontrarlos, pero una vez que lo hice pude acceder a todos los documentos, están en alemán pero con ayuda de traductores y amigas conseguí acceder a la información, los archivos están digitalizados por lo que fue todo más fácil. Además, para este libro me resultaron cruciales los textos autobiográficos de Mary Wigman y El lenguaje de la danza, es una escritura muy linda, con mucha imagen, mucha anécdota y sentimiento.
Los textos de Ida Hofmann son más panfletos, me parecía importante reivindicar su papel de escritora, como estaba en diálogo con otras pensadoras. Era un círculo de gente pensando cosas como Hesse o Nietzsche. Y para escribir este género híbrido entre ensayo y ficción, este estilo documental me pongo en las mentes de las personas del pasado pero no invento nada y para ello tengo referentes literarios.
P: ¿Cuáles son esos referentes?
R: El español Javier Cercas, le sigo leyendo y releyendo; otros referentes son el francés Emmanuel Carrère y María Moreno, me gustan los autores que están investigando algo y te cuentan la investigación al mismo tiempo te cuentan dudas mientras dan vida a un hecho del pasado, me parece difícil.
P: Igual es pronto para preguntarte pero, ¿estás trabajando en alguna otra novela?
R: Sí, el proceso de reescritura fue muy largo, pero también hubo mucho tiempo en el que nadie lo quería publicar y tuve tiempo para reflexionar. Empecé a investigar algo, que va por otro lado pero que tiene que ver con la doble moral, las dos caras de la sociedad y reflexionar sobre la verdad y la mentira.
No quiero dar muchos detalles, pero estará basada en un caso real de periodistas que mienten y que será ficción completa pero inspirada en casos reales. Me mueve mucho ahora la verdad, la mentira, el bullshitting a lo americano, el poder decir cualquier cosa y que todo valga… Siento que no podré escribir más que a partir de preguntas que me van imponiendo e interesando en cierto momento.
P: Y para concluir, ¿de dónde viene esta pasión por la escritura y la inquietud de conocer?
R: Me encanta meterme donde me dicen que no, donde no me llaman. Ahora como profesora de literatura puedo hacer lo que me gusta como investigadora con la ficción que es ir a ver lo que pasó, pero al mismo tiempo puedo imaginar, especular sobre lo que pasó o no, también puedes mentir, es ficción. Siento que es un aire fresco a lo que vengo haciendo como profesión para vivir que es investigar.