La quinta y última parte de la saga Indiana Jones es ampliamente aceptada por la crítica especializada, recibe múltiples elogios de los espectadores y da un digno final al formato de aventuras más importante de la historia del cine
Recuerdo con gracia aquella belle époque de la emotiva y rebelde niñez, donde uno articulaba justificadas subversiones para ver películas «de mayores», aquellas que a escondidas los padres ponían pasadas las diez de la noche, después de que los niños bebieran el nocturno y tradicional vaso de leche y esperaran ya acurrucados entre mantas a que Morfeo les hiciese una visita. Y como el infante será infante, pero no ignorante, acababa uno levantándose para recorrer el interminable pasillo hasta el salón para ver el filme a escondidas desde la puerta, esperando la aprobación parental para quedarse despierto un rato más. Añorar quizá sea uno de esos verbos que en secreto todos conjugamos. Un alegato por mantener vivos los recuerdos. Los chics años ochenta que emplazaron a las generaciones venideras a resucitar sus cintas más ostentosas en formato DVD.
En una de esas noches de eterna rebeldía recuerdo haberme topado con un agradabilísimo filme de un arqueólogo enfrascado en una estimulante aventura que me dejó pasmado. Conocí en la nocturnidad de una fría noche de invierno a Indiana Jones y, por extensión, a Harrison Ford, embajador por excelencia de lo que el cine americano -o sea, el esencial, el fantasioso- significa. Incluso hoy sigo identificando la que, objetivamente, es la mejor saga de aventuras de la historia del cine con la ternura de la mencionada infancia.
Hace tiempo que Lucasfilm decidió encender la maquinaria de trabajo duro para brindarle a los espectadores una experiencia tan satisfactoria como evocadora: Indiana Jones y el dial del destino, la quinta película de la saga protagonizada por Ford y broche de oro para la misma. Desde el pasado miércoles, y pese a que los viajes en el tiempo forman parte del ficticio argumento de la cinta dirigida por James Mangold -quien no es Spielberg pero ha trabajado arduamente por construir una historia de aroma similar-, todo espectador que se decida a cruzar las puertas de su cine más cercano comenzará un peregrinaje al núcleo de su puericia.
Indiana Jones y el dial del destino, una prueba más de que lo exitoso no está sujeto a las leyes temporales
El sibilino rejuvenecimiento digital que a Harrison Ford le practican en las escenas que funcionan a modo de prolegómeno introductorio a la trama de Indiana Jones 5 son emotivas, cuando no una razón más por la que el actor estadounidense acierta plenamente en su decisión de no someterse a ese tratamiento tecnológico a lo largo de todo el filme. Con ello, se transmite un visual y trascendental mensaje a los cinéfilos: las superestrellas también padecen el envejecimiento, ergo es natural, humano e incluso moral mostrar a los actores que nos vieron crecer como personas a las que el tiempo también afecta.
Sin embargo, que Harrison Ford tenga ahora ochenta años y esté camino de los ochenta y uno no supone un problema para el desarrollo del argumento. El actor demuestra en todo momento que ama su trabajo y a sus seguidores, y tanto el vigoroso esfuerzo como el empeño depositado en los días de rodaje tiene sus notabilísimos frutos en una cinta que, pese a estrenarse en 2023, mantiene la esencia de lo que significa Indiana Jones: aventura, frenesí, misterio, descubrimiento y sencillez, entremezcladas con un mimo parental y una banda sonora estremecedora compuesta por el erudito John Williams.
Indiana Jones y el dial del destino se trata de una película filmada en los ochenta, pero haciendo uso de la tecnología actual, y precisamente ese aroma nostálgico es lo que la convierte en una producción especial y diferencial, perfecta por ende para comenzar las vacaciones estivales con una buena sesión cinematográfica y en compañía de amigos o familiares.
Indiana Jones y el dial del destino propone una trama en defensa de la Historia y la Cultura (con mayúsculas)
Que el cine actual en su mayoría aboga por el entretenimiento mientras apostata de las referencias culturales o históricas clásicas es un hecho. Una de las consecuencias de seguir ciega y fervientemente el l’air du temps es caer en banalidades, historias simplistas y películas con un guion cuyo origen lo situamos en Wattpad. Quizá por ello el cine como arte se esté desprestigiando y cada día más personas reclamen tramas calidosas y férreamente inspiradas en lo clásico, o sea, lo que comúnmente funciona. Sucede que desempolvar el CD de una nostálgica cinta de Indiana Jones parece apetecer más que reproducir la enésima comedia romántica en el chic top diez de mejores películas de la semana en Amazon Prime Video. Los sesgos cinéfilos: calidad frente a cantidad.
Y en este aspecto Indiana Jones y el dial del destino es una producción que rebeldemente aúlla «basta» para sacar a pasear a Arquímedes de la mano de su Anticitera y abogar por mostrar a los nazis como una mancha imborrable de la historia de la humanidad. Todo ello, en el pasapurés de un argumento visualmente atractivo, se logra un filme de aventuras emocionante de esos que ya no quedan, sustentado por escenas persecutoras llamativas, otras de acción fulgurante y escasos efectos especiales para evitar sobresaturaciones y porque además Indiana Jones 5 no los necesita.
Aunque como toda obra audiovisual, no es perfecta. Padece de un claro y molesto momento valle donde la velocidad se reduce tras el primer acto y en vísperas del comienzo del tercero, el humor se nota algo más opacado de lo que sería deseable y algún que otro instante aburrido podría haber sido removido del corte final. Gotas de arena en un amplísimo desierto que, sin embargo, son igualmente errores que alejan a esta película del insigne sobresaliente con la que la saga Indiana Jones podría haber sido despedida. El inmejorable final que no fue contra el dignísimo broche de oro que Indiana Jones y el dial del destino coloca a la saga protagonizada por el ilustre Harrison Ford.
Indiana Jones y el dial del destino es un filme para aquellos nostálgicos que siguen creyendo en el cine de inspiración del decenio de los años 80
Lo mejor, la esencia aventurera impregnada en la saga y que esta película tanto respeta, contrasta drásticamente con lo peor, o sea, aquellos errores que impiden que sea una despedida honorabilísima.