La ceremonia que tendrá lugar en Miami el próximo 29 de septiembre, reconocerá a Raphael toda una vida entregada a los escenarios

Raphael es como pocos, un artista polifacético y multidisciplinar a tiempo completo. Solo el probablemente, será capaz de pronunciar bien su nombre artístico. El tema de la dicción le causó desde niño quebraderos de cabeza. No sabía pronunciar la erre (de Raphael, por ejemplo) y las zetas las masticaba con dureza; hasta que un profesor le corrigió esa inercia y le animó a hacerse el sudamericano y pronunciar corasón, en lugar de corazón, entre otras cosas para que sonara más suave y ya de paso, más internacional.

Aunque lo que siempre ha contado es que tras probar diferentes nombres artísticos, un día, viendo un cartelón de la discográfica Philips, se fijó en que la pronunciación era con la efe, como la de fa, de Rafael y tiró por ahí con gran éxito.

Que Miguel Rafael naciera en Linares (Jaén) en 1943 no debe distraernos de lo importante: él siempre cumple y cumplirá 23 años. Fue a esa edad cuando decidió no avenirse a la cronología para mortales. No es difícil imaginar a Falín (de Rafaelín), como le llamaban sus familiares, cantando en el coro de su Iglesia, con tanto entusiasmo que el párroco le mandó a Salzburgo (Austria) donde a los nueve años ganó el premio como mejor voz de Europa, incluso por delante de la familia Von Trapp y Sissi emperatriz.

En esas seguía; cantando en bares de buena, regular, mala y muy mala muerte. Alguna que otra vez se ha jactado de que en los de las malas, hasta las parejas cesaban sus actos amorosos para prestarle plena atención… Eso es lo que quería. No le interesaba que bailasen sus canciones. Incluso, en una discoteca paró su actuación para rogar al público que se sentase a escucharle.

Y entonces llega el Festival de Benidorm en 1962. Por supuesto que lo ganó. Y lo ganó tanto que quedó en el primero, segundo, tercero, quinto, octavo y noveno puesto. Cierto es que se presentó con trece canciones, por aquel entonces aquel abuso era posible. Al parecer al resto de artistas no les hizo mucha gracia tanto premio unilateral y se enfadaron con él. Me pregunto si el Raphael del primer puesto felicitó al del noveno. En todo caso, ya da muchas pistas sobre su personalidad.

Seguido de tanta exuberancia y dispuesto a conseguir el “raphaelazo” se presentó a Eurovisión en el 66 con Yo soy aquel, para su sorpresa, y la de muchos, no ganó; ni siquiera hizo podio. Pero ese tema le lanzó a la fama internacional. Luego después de eso siguieron llegando éxitos tras éxitos. Cito solo algunos todavía de rabiosa nostalgia: Digan lo que digan, Mi gran noche, Balada triste de trompeta

Además, tiene uno de los cuatro discos de uranio que existen en el mundo otorgado a aquellos artistas donde el premio convencional no es suficiente. Los otros son de Michael Jackson, AC/DC y Queen.

Su figura requeriría de una novela que él ya se ha adelantado, ¡cómo no! a escribir; su libro de memorias: ¿Y mañana qué?, que bien merece ser leído.

Por Lou Prieto

Bilbaíno, con diptongo (es lo que hay). Superviviente ya desde un hostil útero materno. Convertido en periodista y en un súper hombre Nietzschiano. Una vez acabe este viaje vital de reconocimiento en la tierra, volveré a las estrellas.

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