El miércoles ocho se estrenó en Madrid la obra “La distopía acecha, amor”, producida por Memoriarte Teatro y que cuenta con la escritura y dirección de Javier López Sellés. Se trata de una sencilla obra de teatro, que cuenta con cinco actores y que podemos disfrutar en la Sala Sojo Laboratorio Teatral, un pequeño espacio de Madrid destinado a crear vidas y personajes nuevos de la mano de los distintos actores.
La obra está protagonizada por una joven pareja, empeñada en tener un piso en el centro de Madrid, pese a que ni siquiera tenga una habitación, o no cuenten la manera de pagarlo. Ana, Carolina Fernández, es una chica impulsiva pero con ideales férreos, que trata de hacerse un hueco en el mundo del arte dramático, mientras que Gabi, Óscar Belloso, es un chico algo inocente y mucho más tranquilo, que busca sobrevivir junto a la persona a la que ama.

Provista de originalidad, teatralidad y con un toque cómico, se relata lo cotidiano, la vida misma. Con algo de misterio se nos presentan los amigos de la pareja, Juan, David Filgueira, y Candela, Pamela Pilawa. Nada parece tener sentido en esta distopía, por lo menos hasta que no entra en escena Tarantini, que no es otro que el mismo Javier López Sellés.
“Lo bello es consecuencia de lo justo”. Esta frase nacida de los labios de Ana podría ser el mejor resumen de la vida de estos muchachos, que tiene mucho de distópico, pero también de utópico. Que mezcla la realidad con la fantasía, la locura con la ambigüedad, y la excentricidad como mejor componente.
Fueron los autores españoles quienes crearon la tragicomedia, y esta producción teatral no se queda atrás en este género, pues es capaz de sacar sonrisas mientras relata la miseria de dos jóvenes o cuenta las penosidades de la vida madrileña.
“La distopía acecha, amor” es sin duda una obra que no se pueden perder, provista de buenos momentos y con un final tan distópico que impresiona, pero tan real que asusta. La representación que tiene lugar en el corazón de Madrid es capaz de llegar al de cualquier que vaya a verla, entrando en un lugar mágico del que difícilmente podrás salir igual, aunque utilices la misma puerta.