Varios estudios evidencian la gravedad del problema. 1 de cada 5 niños sufre bullying en nuestro país, tan solo el 15% de las víctimas se atreve a denunciar en su entorno.

Es absurdo negar que el acoso escolar es algo nuevo, aunque desde hace unos años la gente es cada vez más consciente de la gravedad del problema. Todos conocemos o recordamos a algún compañero de clase que sufría bullying.

Pero, por suerte esto esta cambiando poco a poco. En muchas ocasiones no somos conscientes, y menos a tan temprana edad, del daño que pueden hacer nuestras palabras, algo que puede llegar a crear traumas de por vida e incluso repercutir en el día a día a través de las inseguridades, haciendo sentir a la persona afectada con capacidades inferiores a las del resto.

En “22 minutos con…” hemos tenido la oportunidad de hablar con José (Nombre ficticio para mantener su anonimato)

Pregunta (P)¿Por qué sufrías acoso escolar, que te hacía diferente al resto?

José (J)Sufro TDA con hiperactividad, me costaba estudiar y entender los conceptos de las lecciones que nos daban en cada clase, lo que me hacía ir por debajo del nivel de estudios de mis compañeros, además tenía ciertos “Tics” que alumnos y profesores utilizaban como excusa para meterse conmigo.

P¿Hace cuánto sucedió eso? ¿Como empezó?

J – Hará unos siete u ocho años. Tengo que dar gracias que quedó en algo puntual, pero que me marcó toda la época escolar, tenía 11 años y uno de mis “Tics” era echar la cabeza hacia delante y cerrar los ojos y la boca. Mi profesora de lengua me lo había recriminado varias veces diciéndome que dejará de hacer el tonto, un día quiso hacer la gracia de llamarme el “avestruz tonto” y toda la clase empezó a reírse, desde ese día todo el colegio empezó a llamarme así, incluso mis amigos.

P – ¿Entonces, ¿qué sucedió? ¿como se solucionó?

J Al año siguiente, un día mi madre vino a recogerme al colegio porque tenía que ir al médico y escuchó como unos chavales más mayores que yo me lo decían al salir de clase, me preguntó porque me llamaban eso y le dije que eran tonterías. Días después fue a hablar con mi tutor y le comentó lo sucedido, el tutor contó que desconocía que me llamaran así, cosa que era mentira, pero que se informaría. Tras dos semanas sin que la llamarán, mi madre fue de nuevo al colegio y volvió a pasar los mismo, me volvieron a insultar. Por lo que decidió ir directamente a dirección, me llamaron a mí y expuse lo sucedido con la profesora y que desde entonces todo el colegio me llamaba así, pero que yo no le daba mucha importancia. La directora decidió abrir un expediente a la profesora que se había metido conmigo por mi TDA, siendo enviado a la consejería de educación. Cierto es que ella me pidió perdón delante de la clase, la suspendieron 15 días de empleo y sueldo, creo recordar. En ese momento todos los niños dejaron de insultarme, pero aún a día de hoy alguno me lo llama.

P ¿Te ha afectado de algún modo posteriormente?

– No, si que alguna vez en alguna entrevista de trabajo o a la hora de exponer cosas en público, los nervios me hacen pasar alguna mala pasada con mis “Tics” y me da miedo parecer ese “avestruz”.

José, es un simple caso, pero muchas veces nos metemos con aquellos que tienen alguna enfermedad, depresión o cualquier tipo de problema que no depende de ellos y los comentarios de sus compañeros sólo les hacen ser más solitarios y acomplejados. En este día nos gustaría reivindicar que todos: padres, madres, tíos, tías, primos, primas, amigos, amigas… inculquen a los niños desde bien pequeños valores como el respeto, para que algún día todos juntos podamos acabar de una vez con esto.

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