El conocido humorista por su risa y particular “Cuñaoo” falleció en la tarde de ayer en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla a los 65 años.
Todo empezó en una taberna sevillana propiedad de José Pérez Blanco “Pepe Perejil” empresario y cantaor que decidió llevarlo al programa de Jesús Quintero en la televisión andaluza, “Ratones Coloraos“. Llamó la atención de inmediato por su característica carcajada aguda y sus incontables anécdotas. En aquella primera noche habló de un accidente que le afectó el “melinque”, según el “médico florense”, y estaba a la espera de cobrar el seguro por el atropello de un Renault Clio.
Poco a poco se convirtió en lo que nunca pudo imaginar, un personaje de la televisión recordado y reconocido por varias generaciones. Incluso participó como actor en la tercera película de la saga de Torrente. A nivel internacional le conocieron a través de memes en EE.UU, Francia, Finlandia, e incluso llegó a protagonizar anuncios en Egipto.
Aunque luego tuvo algunas apariciones televisivas, poco a poco su popularidad fue decayendo quedando en el recuerdo de los espectadores, los nostálgicos que le veían por las calles sevillanas o punta Umbría le pedían fotos, pues allí seguía siendo un rostro popular.
La verdad es que los últimos años de esta efímera estrella de la televisión, otro juguete roto, fueron duros, nadie se preocupo por él.
Juan sufría una grave diabetes que el pasado mes de septiembre le hizo perder una pierna. El Risitas solicitó el ingreso en la institución que fue promovida por el venerable Miguel Mañara y gestiona la hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, destinado a gente sin recursos. Donde residió hasta ayer por la mañana que fue trasladado al Hospital Virgen del Rocío donde fallecía por la tarde.
Sin duda alguna, Juan Joya es el claro ejemplo de que la televisión no te asegura el futuro, por suerte o desgracia no ha sido el único, recordemos a otros ejemplos como La Veneno, Carmen de Mairena, Paco Porras… personajes singulares que fueron utilizados cuando interesaron a la productora sin importarles las consecuencias posteriores a su fama.
Este donde este, esperemos que siga haciendo reír con sus chistes y su peculiar risa. Hasta siempre, Juan Joya.