Tom Odell actuó este lunes en el Movistar Arena como parte de su Wonderful Life Tour, ofreciendo un concierto que destacó por su cuidada puesta en escena y por una progresión emocional muy medida.
El recinto, adaptado para la ocasión con sillas en toda la pista, un telón cubriendo el escenario y un único piano iluminado en el centro, anunciaba desde el inicio la intención del británico: comenzar desde la intimidad más absoluta.
El concierto abrió con ‘Strange House‘, seguido de ‘The End of the Summer‘. El público escuchó ambas piezas en un silencio poco habitual para un recinto de este tamaño.
El punto de inflexión llegó con ‘Best Day of My Life‘. Mientras sonaba, se proyectaron imágenes de un recorrido por Madrid que finalizaba en el propio Movistar Arena. Justo entonces dos técnicos descorrieron el telón, revelando a la banda al completo —guitarra, bajo, batería, saxofón, trompeta y violín— y provocando que el público se levantara por primera vez de sus asientos.
A partir de ese momento, el concierto tomó un ritmo más enérgico con temas como ‘Can’t Pretend‘, ‘Spinning‘, ‘Somebody Else‘, ‘Don’t Let Me Go‘, ‘Don’t Cry, Put Your Head on My Shoulder‘. Con ‘Butterflies‘, invitó al escenario a su telonera y amiga Delilah Montagu para interpretar el tema juntos.
La parte final del setlist incluyó ‘Black Friday‘ y un muy ovacionado ‘Can We Just Go Home Now‘, durante el cual Odell terminó subido al piano, completamente entregado. Antes del tramo final, el artista aprovechó ‘Heal‘ para recordar que la música puede acompañar en los momentos difíciles y que no siempre es necesario enfrentarlos en soledad. Después llegó ‘Somehow‘, preparando el terreno para el final que todos esperaban.
Y entonces sí: ‘Another Love‘. Su himno, su carta de presentación al mundo, estalló en un Movistar Arena, que lo coreó de principio a fin. Una lluvia de miles de papelitos convirtió el final en una celebración compartida entre artista y público.