La banda estadounidense de hard rock brindó un concierto espléndido de más de tres horas en la ciudad olívica que ni siquisiera la lluvia frenó
Eran las nueve y media de la noche cuando la banda integrada por el cantante Axl Rose, el guitarrista Richard Fortus, los teclistas Dizzy Reed y Melissa Reese, el batería Frank Ferrer, el bajista Duff McKagan y el guitarrista líder Slash aparecieron en el escenario del estadio Abanca Balaídos. Todavía se avistaba algo de luz cuando los primeros acordes de It’s so easy empezaron a sonar, haciendo saltar al público y preparándolo para la sesión de rock que le esperaba.

El decorado lo componían pantallas a distintas alturas en las que se iban alternando proyecciones de calaveras, rosas, lluvia o fuego. Así como una plataforma con escaleras en la que se encontraban los teclistas y el batería.
Previo a esto, a las ocho de la tarde, tocaron The Pretenders, caldeando el ambiente con una actuación impecable de Chrissie Hynde. Hora y media que consiguió amenizar la espera de los fans.
Todos los clásicos
Guns N’ Roses ofrecieron un repaso idílico para los nostálgicos del rock de los 80 y 90, pues entre su repertorio estaban todos los clásicos que no podían faltar, con la única ausencia destacada de Don’t Cry. Muy temprano sonó Welcome to the Jungle, convirtiendo realmente en una jungla Balaídos y haciendo rugir a la gente con cada nota, pues no hay otra forma correcta de vivir un concierto de estas dimensiones.
La banda ya dio un recital idéntico el pasado viernes en la capital. Madrid fue la primera en disfrutar de esta gira que solo dos ciudades españolas han tenido el honor de saborear. Vigo no decepcionó, y desde primera hora de la mañana del lunes ya había gente haciendo cola para coger los mejores sitios.
Tres horas y 40 minutos que dieron para mucho, en total, fueron 32 las canciones que compusieron todo el repertorio del show. Entre ellas Bad Obssesion, Reckless Life o Rocket Queen. Con la llegada del solo de guitarra de Slash el estadio se llenó de luces, pues la habilidad de este con su instrumento no dejó a nadie indiferente.
El colofón final
Tras esto llegó otro de los momentos estrella de la noche, Sweet Child o’ Mine. El público estalló en un alarido al reconocer los primeros acordes de una de las canciones más míticas y sonadas de la banda. Aprovecharon también para lanzar un mensaje reivindicativo por Ucrania.
Con otro clásico, Knockin’ on Heaven’s Door, fueron culminando el concierto y, con Nightrain se fueron a los bises. Después, cuatro temas más coronaron una de las jornadas musicales más intensas de la ciudad de Vigo. Paradise City fue la elegida para cerrar el encuentro. Sin duda una noche, que las 30.000 personas que acudieron a la cita, no van a olvidar jamás.