La nueva película de Ruben Östlund se ha alzado con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes y opta a tres Premios Oscar 2023

El triángulo de la tristeza es la primera película realizada en inglés por el director sueco Ruben Östlund que encarna una fuerte crítica social de manera inocente y ligera pero que en el fondo tiene un gran discurso político. Es el perfecto reflejo del naufragio del insostenible sistema de clases de la sociedad actual. Un film que te hace reír y pensar a partes iguales y no te deja indiferente.

La película se divide en tres episodios, arranca en una pasarela de moda y termina en una isla desierta. “Triangle of sadness” (título original) hace referencia al ceño fruncido que los modelos e influencers no deben ser si quieren tener éxito en la industria de la moda. Ese gesto que según los expertos en modelaje se debe corregir con tratamientos estéticos como el bótox.

La primera parte se centra en la pareja del modelo y la influencer Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean) quienes a raíz de discutir por el pago de la cuenta en un restaurante de lujo acaban debatiendo sobre los roles de géneros establecidos actualmente.

La segunda parte se desarrolla en el yate al que acude esta pareja invitada junto con otros millonarios entre los que se encuentran un entrañable matrimonio inglés que se dedica a la fabricación de explosivos, un empresario informático que ofrece a sus dos nuevas amigas un Rolex como símbolo de agradecimiento o un capitalista ruso, dueño de una empresa de estiércol (elemento de risa en la película pues se hace llamar “el rey de la mierda”) que se enfrenta al socialista y marxista capitán del barco en una desenfada discusión sobre política con fatales consecuencias.

Por otro lado, se nos presenta a la tripulación, quienes reciben la orden de decir: “sí” a todo lo que los huéspedes les pidan, hasta tal punto de abandonar sus puestos de trabajo para tirarse por un tobogán hacia el mar.

El estallido de una fuerte tormenta lleva a una serie de situaciones enajenadas y desternillantes que provocan el hundimiento del barco y la búsqueda de la salvación que lleva a los protagonistas y a Abigail (Dolly de León) a una isla desierta. En este capítulo final se produce un cambio en la jerarquía de poder. Las pocas habilidades de supervivencia de los ricos acaban provocando el matriarcado de Abigail, la jefa de los retretes del yate, quien demuestra sus grandes capacidades de pesca y piroquinesis.

El pasado mes de mayo, El triángulo de la tristeza consiguió para Ruben Östlund la segunda Palma de Oro de su carrera –la primera la consiguió con The Square en 2017–. Además, ha sido nominada en los Premios Oscar a mejor película, dirección y guion original y arrasó en los European Film Awards dónde se hizo con los cuatro premios a los que optaba: mejor película, guion y director, (Ruben Östlund) y mejor actor (Zlatko Buric). La película también ha sido nominada a tres premios BAFTA: Mejor Actriz de Reparto (Dolly De Leon), Guion Original y Casting.

El pasado 9 de febrero, la película tuvo un prestreno en algunas salas seleccionadas por toda España, pero no será hasta el 17 de este mismo mes cuando se pueda ver para el público general.

Sin duda es una película en la que bajo el manto del humor subyace la tristeza al mostrarnos el afán materialista del ser humano en su máximo esplendor. Lo más penoso es que aunque es ficción no nos sorprendería que estuviera basada en hechos reales porque sin duda realiza un excelente retrato de las actitudes de ambas clases sociales y como ambas creen que el dinero es la mejor herramienta para solucionar nuestros problemas. Pero rico, pobre, comunista o capitalista… todos nos mareamos, vomitamos y defecamos. Todos somos iguales y ni siempre el cliente tiene razón ni siempre el dinero da la felicidad. Es una película de compromiso social con un mensaje claro que muchos se negarán a escuchar.

Por silvialcarrerolara

Estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual bilingüe en la Universidad Carlos III de Madrid.